Ognorhynchus icterotis, Loro orejiamarillo

Loro orejiamarillo
Nueva localización de monitoreo del loro orejiamarillo en los Andes Centrales (Ibagué -Tolima)

Según la UICN el loro orejiamarillo está clasificado como Vulnerable porque la población conocida de individuos maduros es muy pequeña. Ognorhynchus icterotis habitaba anteriormente en las tres cordilleras andinas de Colombia, desde el norte de Santander y Antioquia hasta Nariño y en el noroeste de Ecuador, al sur hasta Cotopaxi. Actualmente persiste en los Andes centrales de Colombia pero está potencialmente extinta en Ecuador. Cuando se redescubrió en Colombia en 1999, se estimó que solo había 81 aves, pero desde entonces las acciones intensivas de conservación han hecho que la población se recupere rápidamente con por lo menos 1000 individuos maduros en el 2019.

Los principales impulsores del declive histórico de la especie son la pérdida de hábitat y la caza. En particular, la pérdida de hábitat provocó la falta de disponibilidad de sitios para anidar, ya que cada año se cortaban una inmensa cantidad de palmas vivas para las procesiones del Domingo de Ramos (celebración de carácter religioso católico) al mismo tiempo que se talaban palmas de cera muertas para usarlas como postes duraderos para cercas. Las palmas de cera son muy longevas y de crecimiento lento, los individuos maduros tienen más de 500 años. Otra amenaza es la caza, ya que la especie es fácilmente accesible, en Ecuador, la caza como alimento fue prolífica.

La espectacular recuperación de la especie es el resultado de un intenso esfuerzo de conservación multifacético de dos décadas por parte de la Fundación ProAves, con el apoyo de la Fundación Loro Parque. Esta especie que fue catalogada como en Peligro Crítico (UICN) pasó a ser catalogada como Vulnerable. Los resultados de la protección y restauración del hábitat, la provisión de sitios de anidación artificial, los esfuerzos de extensión comunitaria, una campaña nacional de Domingo de Ramos («Reconciliarse con la naturaleza») para proteger la palma de cera, talleres comunitarios y, entre otras actividades, aliviaron inmediatamente las amenazas y comenzó una recuperación de la población.

Las campañas de sensibilización destacan la importancia de la palma de cera y de la especie. Estas campañas provocaron que la gente dejara de cazar la cotorra y talar las palmeras y en 2003 el líder de la iglesia católica en Colombia anuló una tradición de dos siglos de usar hojas de palma de cera en las procesiones del Domingo de Ramos con una prohibición nacional inmediata y efectiva del uso de palmas de cera. La policía, las fuerzas armadas y las agencias ambientales regionales en Colombia realizaron controles en todo el país para confiscar hojas de palma de cera. Acciones como el cercado de los lugares de reproducción para permitir la regeneración de las palmas de cera, la restauración del hábitat y la provisión de cajas nido artificiales permitió un aumento significativo de la población de la especie. Fundación ProAves con apoyo de Loro Parque Fundación posee dos reservas donde los esfuerzos de conservación se centran en esta especie. En 2009, la Fundación ProAves estableció un corredor de más de 6600 ha para Ognorhynchus icterotis y otras cotorras amenazadas en la Cordillera Central de Colombia.